miércoles, 27 de noviembre de 2013

Capitulo de Ivy - 10

Finalmente logramos encontrar la manera de entrar a la iglesia, usamos unos tablones como puente desde la ventana de una casa cercana a la iglesia hasta una vidriera rota. Al entrar pudimos apreciar que la puerta principal había sido atrancada usando todo tipo de mobiliario disponible, pero no había nadie dentro y tampoco había signos de lucha ni ningún tipo de sangre, asé que así solo podía significar una cosa, la gente del lugar había huido por algún tipo de pasadizo. Inspeccionamos la iglesia, se trataba de un pequeño templo no muy grande, con una habitación trasera habilitada como vivienda y unos cuantos cuadros, estatuas y el altar, no parecía haber nada ningún lugar por el que los ciudadanos pudieran haber escapado.

Estuvimos varias horas inspeccionando el templo hasta dar con un interruptor en uno de los cuadros, al pulsarlo escuchamos como si una puerta de piedra se abriese, en la sala de atrás pudimos ver como una de las paredes se había movido, dejando paso a unas escaleras que bajaban hacia unos túneles. Cuando terminamos de bajar las escaleras, la puerta se cerró no dejándonos otra opción que adentrarnos en ellos. Se trataba de unos pasadizos subterráneos que al perecer recorrían  toda la cuidad, a demás de ser bastante  laberíntico. Quizás el que los diseño pensó en que si la gente del pueblo escapaba de algún ataque y los atacantes encontraban este sitio, estos se perderían por la infinidad de pasillos, y así fue, nos perdimos, hasta que por casualidad encontramos una puerta metálica. Tocamos y una voz respondió pidiéndonos un santo y seña, nosotros respondimos que no sabíamos la contraseña, pero que eramos de la resistencia y veníamos a ayudarles, la persona del otro lado al principio no quiso abrir, pero tras una larga charla logramos convencerlo y nos abrió. Nos encontrábamos en un refugio, no era mas que una pequeña sala con unas pocas camas y mucha gente asustada, el hombre que estaba en la puerta se trataba de el párroco de la iglesia, un hombre de avanzada edad vestido de negro.

Mientras Zaeros hablaba con el párroco, yo me dedique con ayuda de Neo a atender a los heridos, había micha gente herida, niños que se habían separado de sus padres o algo peor, el ambiente me agobiaba, sabia muy bien por todo lo que estaban pasando, ya nada volverá a ser lo mismo para ellos, el daño que les habían hecho jamas podrá ser reparado, por eso sentía que, debíamos seguir y encontrar la fuente de este sufrimiento. Cuando Zaeros termino de hablar con el párroco nos hizo una señal para que nos acercáramos. Al parecer la iglesia no se trataba la única entrada a los refugios, ni este el único que había, según el mapa que le prestó el párroco, se trataba de una enorme red de túneles que comunicaba siete refugios mas como este y otras siete entradas dispersas por la ciudad, una de ellas, se encontraba en la biblioteca del centro de la ciudad, tras los limites creados por los derrumbamientos, desde ahí podríamos iniciar un ataque sorpresa y tener una oportunidad de cerrar el portal. El párroco también le contó a Zaeros sobre aquella mujer que había en el centro de la cuidad, su nombre era Anna, una mujer de unos veinte años de edad originaria de esta ciudad, unas semanas atrás conoció a un hombre y desde entonces no volvió a ser la misma, su actiúd se había vuelto un tanto extraña, un tanto esquiva salvo para aquel hombre, con el que se la podía ver  de manera frecuente. Todo parecía indicar que ese hombre y ella eran el origen de esta situación.

Dejamos al perro al cuidado del párroco y nos dirigimos usando el mapa hacia la biblioteca, una vez allí, pudimos ver que el hombre que Zaeros había visto antes ya no se encontraba allí y que el numero de demonios había descendido drásticamente, ahora solo había unos seis. También pudimos ver como Anna se encontraba allí, entre los demonios y estos no le atacaban.

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