miércoles, 11 de diciembre de 2013

Capitulo de Ivy - 11

Mientras Zaeros observaba la plaza nos mando a Neo y a mi a inspeccionar el resto de la biblioteca. No se trataba de una biblioteca muy grande, aunque constaba de dos pisos, en el piso inferior había seis filas de estanterías repletas de libros y algunas de ellas estaban volcadas, también había un mostrador, las escaleras hacia el segundo piso y debajo de estas el pasadizo por el que habíamos salido unos hace unos momentos.
La segunda planta parecía ser la vivienda del bibliotecario, se trataba de una pequeña habitación con una mesa en el centro, una cama y una pequeña cocina, constaba de una única ventana desde la que se podía observar toda la plaza, no encontramos nada mas. 

Cuando regresamos al piso de abajo informamos de lo que habíamos encontrado a Zaeros y nos reunimos detrás de unas estanterías, Zaeros se había dado cuenta de que los demonios de afuera no eran mas que guardias que protegían a Anna mientras esta terminaba algún tipo de ritual en el centro de la plaza. No sabíamos de que se trataba ese ritual pero debíamos evitar que se completara, así que trazamos un plan, Neo y Zaeros saldrían de la casa hacia la plaza mientras yo debía cubrirles desde el piso de arriba con mis conjuros en un principio, después si la situación empeoraba nos reagruparíamos. 

Zaeros disparó una flecha por la ventana a un demonio que pasaba por al lado de la biblioteca y justo después neo se abalanzó sobre el hundiendo su espada en mitad del pecho y matándolo, eso alertó a los otros cinco que se dirigieron hacia ellos, uno saltó desde varios pies de distancia hacia la espalda de neo pretendiendo clavarle la garra mientras este se defendía del ataque frontal de otro, cuando estuvo a punto de llegar convoque un pico de piedra que alzándose sobre el suelo y aprovechando el impulso del demonio, se clavó en su garganta, Mientras Neo repelía y se lanzaba contra el que le estaba atacando y Zaeros ensartaba a otro con sus flechas, poco a poco los enemigos fueron cayendo, y la plaza quedo despejada, una vez sucedido esto, bajé de mi posición y me reuní con los demás en el centro de la plaza, para nuestra sorpresa Anna no se encontraba ya allí, al parecer había terminado el ritual y aprovechado la confusión del combate para huir, posiblemente por el hueco en el suelo al rededor del vórtice,  por el mismo o por algún otro sitio.

Traté de acercarme al vórtice pero Zaeros me lo impidió ya que si me acercaba mas corría el peligro de ser engullido por el y acabar al otro lado, lugar que, aun hoy en día nos es completamente desconocido, ya que ningún ser humano que se ha aventurado dentro de uno de estos vórtices ha regresado para contarlo, según teorías de varios investigadores puede ser por que estos vórtices solo sean portales de salida y por lo tanto todo el que intente viajar por ellos moriría al instante, o eso opinan los mas optimistas, yo por mi parte creo que se pueden cruzar, pero aquellos que se han osado a hacerlo, han encontrado un final horrendo a manos de esos monstruos. Pero bueno continuemos con la historia, no tenemos toda la noche y aun queda un trecho largo para que llegues a comprender, amigo mio, el por que nos hayamos en esta situación hoy día.

Zaeros se apresuró a sacar unos pergaminos y piedras de su mochila que coloco encima de un glifo que me hizo dibujar en el suelo, lo mas cerca posible dentro de la zona segura del vórtice. Tras eso e hizo alejarme, vertió unas pócimas encima de las piedras que había sacado y pronunció unas palabras en un idioma desconocido, una vez hecho eso un rayo morado impactó en el pergamino y se mantuvo sobre el, esto hizo que el cielo se aclarara y al cabo de unos minutos, la gran columna de rayos que se alzaba frente a nosotros había desaparecido, dejando paso a un día claro y soleado.

Tras recoger los materiales de sellado, observamos el cráter que había dejado el vórtice y como se extendía algo por debajo del suelo de la plaza, aunque sin alcanzar la profundidad para descubrir los subterráneos en los que se había refugiado la gente. 


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